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miércoles, 2 de julio de 2014

La religión en el sistema educativo alemán

La educación religiosa todavía es algo muy presente en las escuelas alemanas. Un vistazo a la página web del Ministerio de Educación revela que no solo en Renania del Norte Westfalia, sino también en muchos otros estados federados, la educación religiosa es profundamente confesional. La página web se limita a clases católicas, evangélicas y ortodoxas griegas, por separado, y dice que se enseña a los alumnos “que la creencia en Jesucristo tiene que ver con sus propias vidas”. Se pretende enseñarles a “incluir a Dios en sus vidas y [...], entender que el mundo es obra suya”. Frases ejemplares del ministerio para las cuales falta evidencia científica.
Considerando el lenguaje de esta página ya se puede deducir que este procedimiento no científico no debe ser parte de la enseñanza escolar: la escuela es una institución educativa con el objetivo de preparar a los jóvenes para una posible carrera en la educación superior, por lo que se debe hacer hincapié en un lenguaje más apto para el ámbito académico. Una religión, por el contrario, es una especie de código que pretende unir a un grupo determinado excluyendo a los demás. Se trata del mismo procedimiento con todas las religiones, se aísla un grupo del otro mediante tradiciones y rituales espirituales comunes y las preguntas críticas no se contestan por falta de datos científicamente comprobables. Es evidente que, por la importancia e influencia de las religiones, tiene que haber educación religiosa, pero ésta debería ser de carácter polivalente. Es importante que no sea excluyente. Si va a formar parte de la escuela, tiene que ser basada en la teoría y la metodología.
Para actuar en favor de la tolerancia y la coexistencia de varias creencias, serían preferibles clases que traten de explicar por lo menos las tres grandes religiones sin separarlas. A continuación, se enumeran y se sopesan los argumentos a favor y en contra de una educación religiosa no confesional en las escuelas.
Si tuviéramos clases que trataran más de una religión, habría una sola asignatura que debería abarcar un gran número de religiones. Esto podría tener como consecuencia una falta de profundidad, así que los alumnos solamente obtendrían conocimientos básicos y por eso, no aprenderían suficiente sobre su propia religión. Por supuesto, la religión es un tema muy importante y omnipresente y es favorable tener un conocimiento más amplio. Aún más importante es obtener conocimientos básicos sobre varias religiones que saber mucho de una sola para que, al final, los alumnos tengan una visión de conjunto sobre el tema y la capacidad de comparar y decidir por sí mismos lo que les conviene mejor.
Algunos padres podrían lamentar que los niños de hoy tienen tan poco tiempo libre por la escuela, los deberes y los hobbys que no queda suficiente tiempo para profesar su propia religión, y a causa de clases no confesionales ni siquiera en la escuela. Sin embargo, la profesión de la propia fe sigue siendo asunto familiar. La escuela no es el lugar para profesarla, sino la casa o la iglesia. Si los padres quieren una educación religiosa para sus niños, ellos mismos son responsables de que sus hijos la obtengan fuera de la escuela.
Por otro lado, muchos padres no son capaces de eso o no lo quieren, de forma que los niños no obtienen ninguna orientación religiosa en casa. Algunos dicen que, entonces, el Estado se tiene que encargar de eso, porque es mejor ser educado por el Estado y recibir alguna orientación que ninguna. Pero esto no debe ser la tarea del Estado.
Hay que preguntarse ¿cómo se puede dejar decidir al Estado qué religión es la mejor para los niños? Tenemos una gran variedad de gente con raíces diferentes, varias culturas y creencias en Alemania, pero en las escuelas hay clases de religión católica y protestante nomás, aunque ya hubo discusiones sobre clases islámicas. No obstante, el Estado no debería influenciar a los niños en su desarrollo religioso. Una de las obligaciones más sobresalientes que el gobierno pasa a las escuelas públicas es la promoción de la tolerancia. Al mismo tiempo, se hacen responsables a las escuelas de una educación confesional. No se lo puede subrayar demasiado: son dos aspectos que, debido a las estructuras religiosas anticuadas, no siempre son compatibles.
Los alumnos deben aprender y vivir aspectos de las varias culturas del mundo que a menudo se encuentran incluso dentro de una misma clase de la escuela. Así estarán bien preparados para un mundo en el que todo cambia muy rápido incluso sistemas políticos, en el que los medios de comunicación social facilitan el intercambio con gente de todas partes del mundo y en el cual es indispensable poseer facultades comunicativas. El aprecio de lo diferente ayuda mucho a la adaptación a nuevos ambientes sociales. En un curso universal, obligatorio para todos, se podría realizar esa meta mucho mejor que en cursos separados para cada religión. Es más, la separación promociona la formación de sociedades paralelas.
Otro argumento es que los padres de los alumnos no cristianos tienen miedo de que las clases se centran en temáticas cristianas y que otras religiones son presentadas desde una perspectiva cristiana. En otras palabras, temen que sus hijos sean fácilmente influenciados en cursos pseudomulticonfesionales. Para disipar esas dudas se podría presentar el currículo de forma muy transparente y ocuparse de que sea bien equilibrado. Así los padres preocupados llegaran a ganar confianza en las escuelas.
Algunos piensan que es el derecho exclusivo de los padres a decidir qué creencia deben aceptar sus hijos y es entendible desde su perspectiva que quieran que sigan sus pasos. Pero la escuela pública no es el sitio adecuado para tal empresa. Mejor dicho, un curso de cualquier religión en la escuela pública significaría que los alumnos serían afectados por una decisión que no han tomado ellos mismos, sino sus padres. Por eso es preferible dar a los alumnos la capacidad de tomar esa decisión de forma libre y sin ningún adoctrinamiento. Muchos piensan que un curso llamado "ética", por ejemplo, obligatorio para todos, sería una imposición intolerable, pero por las mismas razones se podría negar la importancia del curso de matemáticas. Otro objetivo muy importante en el que se ha fijado la escuela es la inclusión. Mientras en la pasada década se habló mucho de la integración social, la idea de la inclusión sobrepasa ese concepto, suponiendo un modelo de escuela en el que los profesores, los alumnos y los padres participan y desarrollan un sentido de comunidad entre todos los participantes. La idea de cursos individuales de religión es totalmente contraria a la idea de la inclusión.
En conclusión, cabe subrayar que el tratamiento de la religión con método científico, abordándola de una manera moderna, analizando sus orígenes y sus contenidos más significativos en conjunto con alumnos de varias confesiones y creencias resultaría en alumnos más estables y mucho más capaces de reflexión crítica. Desarrollarían mejores habilidades argumentativas y se disminuiría el riesgo de radicalizaciones. Un nuevo modelo universal de clases no confesionales también crearía más entendimiento entre los alumnos, y a la vez dándoles la oportunidad de decidir individualmente en cuestiones de fe.

Lena Pfannholzer, Jürgen Sieger, Demet Ögüt

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