Corrida
de toros: una tradición obsoleta
Las corridas de toros en España son consideradas como
expresión de la cultura hispánica. En muchas fiestas, como en los Sanfermines
en Pamplona, las corridas de toros son parte de la festividad. En algunas
regiones del país las corridas de toros ya existen desde el siglo XVIII.
Una corrida de
toros clásica consiste en tres partes: en la primera parte, el matador usa un
“capote”, un pañuelo amarillo y rojo, para provocar el toro, y dos picadores le
ayudan hiriendo al toro en la nuca con lanzas. En la segunda parte, se retiran
los picadores y entran los banderilleros. Intentan picar al toro con
banderillas, unas lanzas con cintas, que deben clavarse en la espalda. En la
tercera y última parte del toreo, el matador depende solamente de sí mismo.
Esta parte es la mas importante de toda la corrida y dura alrededor de ocho
minutos. El matador usa un pañuelo rojo y una espada para matar al toro. Al
llegar aquí, el toro ya está muy herido y con su estoque el torero trata de
matar al toro con una punzada en la nuca. Después de la muerte del toro, el
público o celebra al matador o, si no lo mató bien, muestra su descontento con
pitidos. Los toreros exitosos son celebrados por la gente como héroes populares
y miles de personas contemplan la acción en el ruedo.
Sin embargo, en los
últimos años menos gente se interesa por la corrida de toros. En un sondeo de
Gallup del año 2006 un 72,6 por ciento de los españoles indicó que no se
interesa por esta antigua tradición. En algunas regiones de España, por ejemplo
en las islas Canarias o en Cataluña, la tauromaquia ya ha sido prohibida. En
este ensayo investigaremos si esta tradición merece ser conservada o debe ser
suprimida. (Jakob T.)
En
segundo lugar, el toro es un símbolo nacional de España y la muerte del toro
representa un sacrificio ritual como parte del catolicismo popular español. En
general, el toro se coloca en varios ámbitos y aspectos de la vida española y
es un animal bravo que representa la fuerza y la fortaleza (Mesa, 2014). De
hecho, la corrida de toros es una expresión artística, en la cual el toro es un
protagonista principal junto al torero (Pitt-Rivers, 1997).
Además,
la corrida de toros es un escenario especial que apunta una forma de estética y
de arte distinta. El torero y el toro son caracterizados por una cierta
elegancia. Esta elegancia no es solamente revelada por los vestidos típicos del
torero, sino también por la armonía de movimientos y la gesticulación particular
que el torero asume durante la corrida de toros. El torero bien representa una
cierta estética, pero en comparación con otros eventos artísticos, él no se
convierte en un actor. En otras palabras, aunque la corrida de toros recuerde a
un escenario de teatro, los hechos son bien reales debido a que el toro muere
durante la realización del espectáculo y a veces el torero también. Por
consiguiente, la mezcla de elegancia, estética, y el aspecto de realidad son
los elementos que convierten la corrida de toros en un arte único (Mesa, 2014).
La
corrida de toros es un entretenimiento para los que lo siguen. Aunque no se
trate de un deporte competitivo, ni de una obra de teatro o bien de una representación
de la realidad, lo que sucede en la plaza de toros es en vivo y real, la
corrida es un sacrificio ritual sangriento y luego una especie de festivo y
celebración para los espectadores (Pitt-Rivers, 1997). También existe un
aspecto económico en este sentido. No solamente los españoles acuden las plazas
de toros, sino también turistas que quieren ver este espectáculo distinto.
Finalmente, aunque estos animales mueren durante la
corrida, antes de morir estos tienen una vida mejor en comparación con otros
vacunos. Es decir, antes de que la corrida empiece, los toros son criados y
tratados mucho mejor en comparación con otros animales de esta especie, criados
por la industria alimentaria. (Raul C.)
Como indicado
anteriormente, un argumento importante a favor de la corrida es que la
tauromaquia es parte de la tradición española desde hace siglos. Aunque esto
subraya que la tauromaquia preserva el estatus cultural en el país, no lo
convierte en correcto: sí eso fuera razón suficiente para respetar cada
tradición, también se tendría que aceptar por ejemplo la costumbre de la
ablación femenina o cualquier otra tradición cultural en la cual se violan los
derechos humanos (Salazar, 2013).
Aunque en la corrida de toros se
trata de violencia contra animales y no seres humanos ¿ con que razón se han
prohibido las peleas de gallos, que también son una costumbre tradicional, en
casi toda España (excluido Andalucía y Canarias) por motivos de la protección
de animales, pero por otro lado, todavía siguen matando a los toros en el
nombre de “arte y diversión”? Cuando la vida del torero se pone en peligro, es
el único momento en donde el público se asusta. Pero la gente es insensible a
los gritos de dolor del animal y cómo se desangra (Salazar, 2013). El hombre se
cree en una posición en la cual cree tener el derecho divino para justificar y
trivializar la muerte de los animales, aunque es moralmente inaceptable matar y
torturar a otros seres sensibles, en particular por razones culturales y
artísticas (Martín, 2013).
Asimismo,
dicen que la corrida es un acto poético y un arte distinto, en que el toro
lucha por su vida y muere con honor. ¿ Pero cómo se justifica ese argumento, ya
que es el ser humano quien pone al animal en la posición en donde no tiene otra
posibilidad de luchar y defender su vida, para entretenimiento de los
espectadores? Esto no es un aspecto honroso o artístico, sino se trata
solamente de un acto violento en la apariencia de un espectáculo tradicional
(Salazar, 2013).
Pero
no es simplemente una lucha entre humano y animal, donde gana el más poderoso.
Según estudios veterinarios, el toro tiene una desventaja muy grande, porque lo
debilitan antes de la corrida. Por ejemplo, con el afeitado de los cuernos y el
uso de fármacos y purgantes, que actúan como tranquilizantes, que pueden
producir falta de coordinación y defectos de la visión (Martín, 2013).
Un
aspecto más es la paradoja moral. La iglesia católica por ejemplo, se beneficia
de la corrida de toros, ya que es la dueña de la plaza de toros en Pamplona. La
iglesia gana dinero con la muerte y la tortura de los animales inocentes.
Curiosamente, los artículos 2415-2418 del “Catecismo de la Iglesia Católica” española
tratan de la integridad de las criaturas de Dios. “Es contrario a la dignidad
humana hacer sufrir inútilmente a los animales y sacrificar sin necesidad sus
vidas.“ (artículo 2418). Esto muestra que los participantes religiosos de la
tauromaquia actúan en contra de sus dogmas católicos de ayudar a los necesitados.
¿ Pero no hay otra posibilidad que sea moralmente correcta y que no entre en
conflicto con la religión? (Aranda Barandiain, 2010).
Finalmente,
es importante decir que la tauromaquia tiene su origen en los sangrientos
juegos romanos y una forma anterior, parecida a la de hoy, que encontró su
clímax popular en la Edad Media como espectáculo. Pero con las diversas y
grandes posibilidades de diversión que exsiten en el presente no es necesario hacerlo
a costa de la tortura de otros seres sensibles (Salazar, 2013). Si ya durante
el gobierno del rey Carlos III (1735-1759) la corrida de toros se veía como una
costumbre violenta y estuvo prohibida casi hasta el año 1812, también tendría que ser eliminada en
nuestra sociedad ilustrada (Martín, 2013). (Karoline W.)
En conclusión, las opiniones sobre la tradición cultural
de las corridas de toros en España son muy distintas. Existen tantos argumentos
a favor como en contra de la conservación de esta herencia cultural. Pero en
referencia a la tesis “Corrida de toros: ¿una tradición obsoleta?” se llega a
una posición clara. Aunque es difícil evaluar un hecho que no afecta tanto a la gente fuera de esta cultura porque
no la vivimos, se puede estar conforme con la opinión: las corridas de toros
son parte de una cultura obsoleta. Eso ya se demuestra en el hecho que la
tauromaquia se deriva de los sangrientos juegos romanos y la Edad Media. No se
puede aceptar la tortura de toros, mientras devaluando los espectáculos crueles
del pasado. Contra el argumento de que la tradición no se puede modificar, hay
que mencionar que sí se pueden cambiar las tradiciones. En el pasado también llegó
un momento en el cual abolieron los juegos romanos, aunque eran tradición. Si se
analiza la tradición de las corridas de toros, hay que concentrarse en España.
Es uno de los países más desarrollados del mundo y parte de la Unión Europea,
un sistema que es sinónimo de la paz. De hecho, ¿cómo se puede unir el hecho de
matar a un ser vivo con un país tan progresista?
Sencillamente, no se puede.
Sin
embargo, se puede argumentar que la corrida de toros es una forma única de
arte. Pero el arte, en nuestra opinión, no hace daño a nadie. El arte no tiene
que encontrar el gusto de todos, pero nunca hiere. Las corridas de toros, en
cambio, sí lo hacen, y además matan.
Torturar a un animal hasta que no tiene otra oportunidad que luchar, ni es un acto poético, ni le da honor al animal. Solo destaca la ignorancia humana y la estupidez de creerse superior a otros seres vivientes. En obtener el poder de decidir sobre la vida y la muerte, el hombre se puede sentir digno por un momento.
Torturar a un animal hasta que no tiene otra oportunidad que luchar, ni es un acto poético, ni le da honor al animal. Solo destaca la ignorancia humana y la estupidez de creerse superior a otros seres vivientes. En obtener el poder de decidir sobre la vida y la muerte, el hombre se puede sentir digno por un momento.
También se puede contemplar todo esto desde otro punto de
vista. No solo existen riesgos para el toro, sino también para el torero. ¿Qué
pasa si el torero falla? ¿Qué pasa si el toro gana el duelo? Aquí también la
repuesta es fácil: el torero esta en peligro mortal. Normalmente, en nuestra
sociedad está prohibido realizar actividades que pongan en peligro la vida.
Pero aquí también se percibe la ignorancia humana, al creerse fuerte e invencible.
Lo que se olvida es que, si el hombre es tan vulnerable como el toro, lo es
porque, igual si somos seres humanos o animales, todos somos seres vivos. Hay
que darse cuenta del peligro de esta tradición obsoleta y añadir eso como otra
razón importante para la abolición de las corridas de toros.
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