Las pandillas en Latinoamérica (las
maras en particular)
El problema
pandillero en Latinoamérica se ha convertido en una polémica cotidiana en las
últimas décadas. Sobre todo en los países como El Salvador, Honduras, México y
Guatemala hay pandillas de jóvenes que extorsionan a la gente, roban o matan si
es necesario. Muchos grupos y pandillas se formaron por la desastrosa situación
económica y las guerras civiles.
La pandilla,
que se originó en el año 1980 en los barrios latinos de Los Ángeles por los
emigrantes y refugiados de la guerra civil en El Salvador, se divide en dos
camarillas oponentes, la Mara Salvatrucha (o Mara 13) y la Mara 18, las cuales
viven en una rivalidad constante peleando por el control territorial.
Muchas veces
hasta la policía no se atreve a entrar en los barrios controlados por la mara,
razón por la cual el poder de las maras aumenta cada día más.
Entrar o morir
Por
Larissa Hagedorn
En varios países de Latinoamérica hay pandillas de jóvenes que extorsionan
a la gente, roban o matan si es necesario. Los jóvenes son muy violentos y
tienen sus barrios bajo control, por lo cual la policía también tiene miedo de
entrar. Muchos grupos y pandillas se formaron por la situación económica y las
guerras civiles de las últimas décadas en países como El Salvador, Honduras y
Guatemala.
Una de las más famosas y peligrosas es sin duda la mara salvatrucha, que tiene
apróximadamente 90 000 miembros en Centroamérica y en partes de Norteamérica.
Siempre están en lucha con el gobierno u otras pandillas que se meten a su
territorio. No tienen límites de violencia y, si alguien no obedece, lo matan.
La gente se siente muy insegura y a veces no tiene otra opción que seguir las
instrucciones o demandas de las maras. Para sobrevivir trafícan con drogas y
armas o extorsionan a tiendas, empresas o particulares.
A la pregunta del porqué tantos jóvenes entran en las pandillas, responde
una exmara de Guatemala en el documental „Alma – ein Kind der Gewalt“ que salió
en el canal de televisión „Arte“.
La exmara Alma pasó por todo el proceso del ingreso hasta la salida de una
pandilla y cuenta su historia. Cuando tenía 11 años murió su padre, que era
alcohólico y pegaba a su esposa. Alma y sus hermanos tenían que ver como
maltrataba a su madre, que no se defendió en absoluto. Alma quería ser más
fuerte que su madre y a los 15 años decidió salir a la calle con sus amigos,
empezó a tomar y fumar. En ese tiempo su madre no podía pagar los estudios y
como Alma no quería trabajar, buscó su familia y reconocimiento en la calle.
Estaba decepcionada de su madre, quería estudiar y por no sentirse entendida
sintió las ganas de entrar a la pandilla. Pensaba que siendo parte de una
pandilla podría resolver todos sus problemas. En ese momento no se dio cuenta
de las desventajas que implicaba ese paso.
Una de las ventajas en una pandilla es el poder que uno tiene siendo parte
de la pandilla, porque no está solo y el acceso a armas es más fácil. Uno puede
olvidar sus problemas con la simple razón de sentirse fuerte. Pero para entrar
al grupo hay que mostrar la capacidad de resistencia. En el caso de las maras,
existe el ritual de golpear el nuevo integrante unos segundos con las manos y
los pies y este lo tiene que aguantar. Después tiene que mostrar su poder en
una de las primeras acciones que, en la mayoría de los casos, es matar a una
persona.
En cada pandilla hay muchas reglas que hay que seguir y riesgos con
respecto a la policía. Muchas veces la policía agarra a los jóvenes por delitos
como tomar drogas o robar, pero normalmente no por haber matado a alguien. Cada
día hay muertos que son inocentes, pero también pandilleros que mueren en combates
con otras pandillas. La exmara Alma cuenta que al estar un tiempo en la
pandilla sabía que cada momento podría morir.
„Tarde o temprano nos iba a tocar el morir por nuestro barrio. Ese era
nuestro lema. Si la muerte se aproxima, pues, bienvenida sea.“
Alma tenía que hacer todo lo que le decía el grupo. Tenía que robar,
lastimar a personas, o matarlas. Con el resultado de que perdió su
independencia, porque ya no podía salir de ese círculo vicioso.
„Ya no eres libre, ya no eres tú. Tú no te mandas, te mandan los otros.“
Con el tiempo, ya no se sentía libre y poco apreciada. De tantas
violaciones que tenía que ver, tenía miedo de que un día el grupo lo iba a
hacer con ella, y decidió salir de la pandilla. Pidió al grupo que la dejaran
ir y para despedirla se tenía que poner en el centro y empezaron a golpearla.
Después de ese último acto pensaba que era libre y se fue. Pero yéndose
escuchó unos disparos y se cayó al suelo. Por suerte sobrevivió el ataque, pero
hoy día está en una silla de ruedas y se arrepiente de lo que hizo.
Siempre tiene que pensar en las personas que perdieron a familiares por
culpa de la pandilla o gente que perdió toda su existencia por la falta de
consideración de los pandilleros. Se siente culpable de muchas acciones en las
cuales participó y dice que cada persona tiene que valorar lo que tiene y si no
lo valora va a pagar por sus errores.
„Lo que se hace en esta vida, todo se paga. La vida cobra todo.“
Teniendo eso en cuenta, Alma llama a todos los jóvenes, valorar su vida y
la vida de su prójimo y no entrar a una pandilla, porque eso trae mucho peligro
y muchas desventajas para el futuro. Si, por ejemplo, un día uno se da cuenta
de que podría hacer algo mejor en su vida y quiere salir de la pandilla, es
poco probable que pueda vivir seguro y encontrar un trabajo.
Alma tuvo suerte y encontró una organización que la ayudó a encontrar un
trabajo y que le dio fuerza para seguir su camino. Ahora estudia y quiere ir a
la universidad después. Además buscó el contacto con su madre y trata de
recuperar confianza después de tanto sufrimiento.
Para muchos exmaras no es fácil integrarse a la sociedad después de salir
de la pandilla. No encuentran trabajo porque mucha gente tiene miedo de ellos,
no traen referencias adecuadas o ni terminaron la escuela. También es muy
difícil arriesgar la salida, por no saber qué puede pasar, pero en realidad
nadie está seguro, ni en la pandilla, ni afuera, porque si van a seguir
luchando contra otros grupos usando armas siempre va a ver muertos.
En mi opinión, es difícil evaluar tal situación porque no se puede imaginar
las circunstancias en las que están muchos jóvenes y entender que en muchos
casos la pandilla es el único refugio para ellos. Para cambiar ese movimiento
que destruye familias y amistades hay que buscar la raíz de la frustración y
violencia. Creo que la frustración tiene muchas causas. Por un lado, la pobreza
que afecta a mucha gente en los países centroaméricanos; por otro lado, la
estructura del gobierno y el sentimiento de no recibir suficiente ayuda. Si la
policía no se atreve entrar en los barrios y deja salir a los pandilleros de la
cárcel por ser corruptos, se pierde la confianza en las autoridades del Estado.
El gobierno tiene que hacer algo en contra del agrupamiento de pandillas tan
peligrosas e invertir en proyectos sociales, como prevención de la violencia,
drogas y alcohol para jóvenes. Ayudar a las familias que no tienen suficiente
dinero para pagar la formación escolar de sus hijos y tratar de estar en
contacto con el pueblo. Eso implica más participación en decisiones que afectan
al bienestar del pueblo y más transparencia.
Alma es un buen ejemplo para ver que se puede empezar una vida nueva
después de haber cometido tantos errores, y da esperanza a los que tienen miedo
de dejar su territorio conocido. No siempre es „Entrar o morir“, sino buscar
ayuda y continuar con la vida que trae muchas oportunidades para cada uno.
Pandillas
en Latinoamérica
Por Nicola Schütz
A pesar de la ley antimaras, el poder del estado salvadoreño no es suficiente para combatir a la Mara.
Las actividades violentas y criminales de pandillas
representan unos de los problemas más graves de América Central en el siglo
XXI. En los países San Salvador, Honduras y Guatemala las pandillas más grandes
y agresivas, como la Mara Salvatrucha (MS 13) o la Mara 18, que actúan
principalmente en las zonas urbanas y suburbanas, ya controlan barrios enteros
y se combaten de manera brutal. Entre sus actividades criminales se encuentran
la venta de drogas y armas, el tráfico humano, extorsiones, secuestros y
asesinatos por encargo. La actividad de las pandillas ha convertido a San
Salvador junto con Honduras en uno de los dos países más peligrosos del mundo. El
poder de los gobiernos de poner coto a las Maras parece estar limitado.
En San Salvador, una ley contra la pertenencia a
pandillas entró en en vigor el primero de septiembre de 2010. Esa ley, conocida
como „ley antimaras”, penaliza a la gente con tatuajes o a gente que se comunica
mediante códigos y que, en consecuencia, forma parte de grupos como las Maras.
Aunque los métodos presentados por la ley parecen ser eficaces y la intención
buena, hasta ahora no se puede notar una disminución notable de la violencia y
de la criminalidad en San Salvador. Al contrario, la esfera de influencia de
las Maras parece ampliarse con velocidad alta. El gobierno, que en 2010 todavía
rechazaba hablar con los líderes de la Mara, ha cambiado su actitud frente a
las pandillas y ahora está considerando negociar con ellas. Con más muertes
violentas que en Afganistán, la situación en San Salvador es muy delicada y el
presidente Mauricio Funes subrayó la importancia de encontrar una solución que
desembocará en una disminución de violencia y criminalidad en el país.
Se plantea la pregunta por las razones de que
aunque un gobierno de un estado dispone de fondos públicos pandillas como las
Maras pudieron extenderse de tal manera en San Salvador y su sociedad. Una razón muy importante es el desempleo enorme
juvenil. La mayoría de los jóvenes no tiene la posibilidad de hacer una
formación profesional. Además, la pobreza
de la gente desestabiliza al gobierno, que no logra gastar más dinero en el
sector social para evitar que la gente se une a la Mara.
La Mara, por su parte, logra de atraer a los
jóvenes. Puesto que en muchos casos las familias viven cuartos chiquitos, los
jóvenes se escapan a la calle para distraerse y aquí van conociendo a los
mareros. En una pandilla, los jóvenes pueden encontrar también una forma de
cariño y atención que sus familias tal vez no
les pudieron dar. Aunque las Maras son agrupaciones estrictamente jerárquicas,
la idea de las “fraternidades” parece tener una influencia grande en los
jóvenes.
Hay que conceder a los mareros que cuidan a
sus integrantes. Cuando un miembro de una pandilla se encuentra en la cárcel
por haber cometido un crimen para la pandilla, los demás le llevan comida y
otros productos de primera necesidad en la celda. Dado que el miembro no puede
ganar dinero en este tiempo, los mareros miran también por la familia del
recluso y aseguran su sustento. Este punto me parece un aspecto determinante
para que los jóvenes todavía se sientan atraídos por las pandillas. La
asistencia pública no logra llegar hasta la gente pobre en los barrios, al
contrario las Maras, que disponen de una red amplia para comunicar y actuar.
En resumen, se puede decir que
hasta que el gobierno salvadoreño no consigua amplificar la ayuda social y
luchar contra el desempleo, las pandillas seguirán teniendo un poder grande en
la sociedad y la situación en el país con relación a la criminalidad y la
violencia permanecerá siendo muy delicada.
http://www.laprensa.com.ni/2010/09/20/internacionales/38345-salvador-estrena-ley-antimaras
http://lab.org.uk/interview-with-raul-mijango
http://www.mundoculturalhispano.com/spip.php?article3039
La tregua entre las Maras
únicamente le ayudó a la pandilla a llegar a tener más poder y más influencia,
pero no logró pacificar la situación en El Salvador.
Por Ina Marie Riep
Cuando la tregua entre las
pandillas de la Mara[1] entró en vigor en el 2012, en el pueblo
salvadoreño se vieron diferentes reacciones. Mientras para algunos la tregua
fue un gran alivio y presentó el supuesto inicio de una etapa de paz, la gran
mayoría de ciudadanos la contempló con mucho escepticismo, criticando que el
gobierno negociaría con criminales.[2]
Hoy día, casi un año después, ya se puede hacer un balance critico
indagando los cambios que se dieron en este tiempo, para llegar después a la
conclusión si la tregua cumplió con su idea de pacificar el país de El Salvador
o si falló su finalidad.
De una cosa no cabe duda, desde el inicio de la tregua se ha
disminuido la taza de homicidios a un porcentaje sorpresivamente alto, a pesar
de que los datos varían entre el 40 y 60 %, todos los medios de comunicación y
los informes políticos coinciden en la reducción pronunciada de muertes
violentas realizadas por la Mara.[3]
Los políticos del partido izquierdista FMLN, que fueron los
iniciadores del proceso de pacificación, utilizan este balance de disminución
de homicidios como un indicio seguro, para el éxito de la tregua y por
consiguiente también de su campaña política,[4] afirmando que el desarrollo y el deseado éxito de la tregua no
dependen de ellos, sino exclusivamente de la Mara.[5]
No obstante no hay pruebas confiables que demuestren, que junto con la
taza de homicidios también ha bajado el nivel de criminalidad. Por el
contrario, algunos críticos sospechan que la Mara simplemente ha cambiado de
método y ahora entierra los cadáveres. Esa teoría explicaría también el aumento
del número de desaparecidos.[6] La violencia y criminalidad en los barrios sigue siendo
extremadamente alta con respecto a las extorsiones, los robos y las
violaciones.[7]
Pero ese no es el único indicio de que la tregua ha fallado en el
intento de atrofiar y derrocar a la Mara y sus estructuras criminales para así
lograr un entorno de paz; después de un año desde el inicio, se manifiesta que
la tregua da resultados opuestos.[8] Es decir que
las pandillas aprovechan de la tregua con el gobierno para fortalecerse y
estrechar lazos con otras organizaciones criminales, como los Zeta de México.[9] Debido a esos nuevos contactos la Mara logró adquirir armas de guerra
más eficaces de las que usaba antes y en mayor cantidad.[10] Teniendo en cuenta esta situación, es importante plantear la
pregunta, qué tan eficiente puede ser un proceso de pacificación en el que los
protagonistas, una agrupación criminal, se provee de armas mientras el gobierno
celebra su supuesto éxito.
Otro desarrollo alarmante es el aumento de miembros desde que se
realizó aquel contrato entre Mara y gobierno. Este fenómeno se puede explicar
por el pensamiento que tienen muchos de los jóvenes que hoy ingresan a las
pandillas, ya que creen que la tregua ha mejorado la fama y el concepto de
pertenecer a estas.[11] Este cambio de percepción hacía la Mara y su estructura, es un
desarrollo que se puede ver no solo en los jóvenes sino también en el pueblo en
general.[12]
Indudablemente aún hay muchas personas que califican a la Mara como
una agrupación de delincuentes y reconocen el riesgo de pertenecer a ella, pero
se debería reconocer que la Mara ha ganado mucho territorio. Anteriormente los
barrios manejados por la Mara siempre estaban ubicados en las ciudades grandes,
hoy en día la Mara cuenta con miembros, aspirantes y simpatizantes también en
las áreas rurales y suele pasar que el alcalde de un pueblo trabaje con la
pandilla local.[13]
Evidentemente estos cambios no se deben exclusivamente a la tregua,
sino también al desarrollo de las pandillas mismas. Ha llegado el momento de
aceptar que la Mara ya no está compuesta solo de jóvenes que han crecido en
ambientes de pobreza y falta de oportunidades, quienes no tienen ninguna
perspectiva y se han dedicado a negociar con drogas y a pelear con la camarilla
rival,[14] sino también de personas bien educadas e inteligentes que están a la
cabeza y liderazgo de las pandillas y quienes han visto las ventajas de una
tregua y el poder e influencia que esta tiene en la política. Hoy en día se
puede ver como reclutan nuevos miembros con discursos retóricamente brillantes,
de lenguaje sofisticado y convincente.[15]
La lucha contra las pandillas y la política de “Mano Dura”[16] forma parte indispensable de la retórica y polémica de la política
salvadoreña y el programa para negociar y acabar con la Mara es un factor
importante para el éxito político; razón por la cual la tregua y su éxito es
esencial para los políticos del FMLN, sobre todo porque el 2014 son las
próximas elecciones políticas, circunstancia que puede declarar la posición opaca
del gobierno en todo el tema de la tregua.[17]
No solo los políticos están conscientes de la influencia política de
las pandillas, sino también los mismos mareros saben de su papel en este
proceso. Eso pone en alerta muchos expertos que temen que puedan haber
políticos que buscan el apoyo de la Mara en forma de votos, ya que para las
pandillas no es difícil dar la orden de votar por un candidato determinado en
los territorio que tienen bajo de su control.[18]
Con la tregua parece que las cabezas entendieron que para volverse en
una instancia más poderosa y fuera de cualquier autoridad política es imprescindible
unirse, así se está creando una alianza entre las camarillas oponentes. Ya que
anteriormente la rivalidad entre ellas era lo que más les debilitaba, lo cual
le permitía al gobierno tener cierto control sobre ellas y sus manejos.[19][20]
Con todo esto podemos concluir,
que al parecer gracias a la tregua se ha reducido la taza de homicidios, pero
queda la duda si en realidad simplemente los asesinatos ahora son el aumento de
desapariciones, por otro lado las extorsiones y las violaciones continúan al
mismo nivel de antes. Al final de cuentas la violencia sigue siendo la misma,
sino que ha adoptado otra forma, es decir que la tregua ni ha podido resolver
el problema de la inseguridad ni pacificar el país.
Del mismo modo no se cumplió con
la meta de disminuir y derrocar a la Mara, sino al contrario, la tregua les
brindó la oportunidad de estrechar más lazos y reorganizarse de manera más
eficaz, ahora bajo el amparo de la misma política anti- pandilla.
[1] La
pandilla que se originó en el año 1980 en los barrios latinos de Los
Ángeles por los emigrantes y refugiados de la guerra civil en El Salvador se
divide en dos camarillas oponentes, la Mara Salvatrucha (o Mara 13) y la Mara
18 que viven en una rivalidad constante peleando por el control territorial.
http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/3438/investigadora-texana-presenta-trabajo-sobre-mara-salvatrucha.
[2] La
información acerca del negocio entre la Mara y el gobierno no solamente es muy
escasa sino también contradictoria; lo único que se sabe con certeza es que la
Mara le aseguró al gobierno reducir la matanza y la violencia recibiendo a
cambio privilegios para prisioneros de alto cargo que fueron traslados de
cárceles de alta seguridad a otras menos vigiladas. Los demás detalles están
recatados y retenidos por una política muy opaca y confusa, por tanto no se
sabe si con el contrato también se reglamenta el problema de las extorsiones y
otros delitos solicitados por la Mara.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/04/12/actualidad/1365775545_942933.html.de
[7] Según la entrevista con el
Profesor Israel en barrios controlados por la Mara todos los negociantes tienen
que pagar impuestos a la pandilla.
[9] A pesar de este nuevo fenómeno la
Mara aún no pertenece a las grandes
organizaciones criminales como los carteles del narcotráfico de México o
Colombia. Más bien, la Mara y sus lideres tratan de entrar a esos nexos
ramificados y poderosos, pero hasta ahora con poco éxito. Parece que los
carteles lo consideran poco recomendable operar con la Mara, siendo una
pandilla que casi desde su principio ha estado en rivalidad infatigable con la
camarilla oponte.
[14] Como arriba citado no hablamos de narcotráfico de estilo
internacional, sino en el narcomenudeo.
[16] La “Mano Dura” fue el programa
político del partido derechista ARENA antes de la victoria electoral del
partido izquierdista FMLN en el año 2003, cuyo fin fue solver el problema de
las pandillas de manera muy radical y consecuente como meter preso a todos los
que llevaban tatuados algún signo de la Mara sin poder denunciarles por haber
cometido un crimen concreto. Hoy la percepción hacía esa política es muy
variada, según una investigación de la jesuita Universidad Centroamericana
(UCA) el plan de “Mano Dura” hizo fortalecer las pandillas y organizarse en
liderazgos nacionales.
[20] Hoy en día pertenece medio millón de salvadoreños de directa e
indirecta manera a la Mara, en total El Salvador tiene seis millones de
habitantes.
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