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martes, 2 de julio de 2013

Las pandillas en Latinoamérica (las maras en particular)

Las pandillas en Latinoamérica (las maras en particular)

El problema pandillero en Latinoamérica se ha convertido en una polémica cotidiana en las últimas décadas. Sobre todo en los países como El Salvador, Honduras, México y Guatemala hay pandillas de jóvenes que extorsionan a la gente, roban o matan si es necesario. Muchos grupos y pandillas se formaron por la desastrosa situación económica y las guerras civiles.
La pandilla, que se originó en el año 1980 en los barrios latinos de Los Ángeles por los emigrantes y refugiados de la guerra civil en El Salvador, se divide en dos camarillas oponentes, la Mara Salvatrucha (o Mara 13) y la Mara 18, las cuales viven en una rivalidad constante peleando por el control territorial.
Muchas veces hasta la policía no se atreve a entrar en los barrios controlados por la mara, razón por la cual el poder de las maras aumenta cada día más.





Entrar o morir
Por Larissa Hagedorn

En varios países de Latinoamérica hay pandillas de jóvenes que extorsionan a la gente, roban o matan si es necesario. Los jóvenes son muy violentos y tienen sus barrios bajo control, por lo cual la policía también tiene miedo de entrar. Muchos grupos y pandillas se formaron por la situación económica y las guerras civiles de las últimas décadas en países como El Salvador, Honduras y Guatemala.

Una de las más famosas y peligrosas es sin duda la mara salvatrucha, que tiene apróximadamente 90 000 miembros en Centroamérica y en partes de Norteamérica. Siempre están en lucha con el gobierno u otras pandillas que se meten a su territorio. No tienen límites de violencia y, si alguien no obedece, lo matan. La gente se siente muy insegura y a veces no tiene otra opción que seguir las instrucciones o demandas de las maras. Para sobrevivir trafícan con drogas y armas o extorsionan a tiendas, empresas o particulares.

A la pregunta del porqué tantos jóvenes entran en las pandillas, responde una exmara de Guatemala en el documental „Alma – ein Kind der Gewalt“ que salió en el canal de televisión „Arte“.
La exmara Alma pasó por todo el proceso del ingreso hasta la salida de una pandilla y cuenta su historia. Cuando tenía 11 años murió su padre, que era alcohólico y pegaba a su esposa. Alma y sus hermanos tenían que ver como maltrataba a su madre, que no se defendió en absoluto. Alma quería ser más fuerte que su madre y a los 15 años decidió salir a la calle con sus amigos, empezó a tomar y fumar. En ese tiempo su madre no podía pagar los estudios y como Alma no quería trabajar, buscó su familia y reconocimiento en la calle. Estaba decepcionada de su madre, quería estudiar y por no sentirse entendida sintió las ganas de entrar a la pandilla. Pensaba que siendo parte de una pandilla podría resolver todos sus problemas. En ese momento no se dio cuenta de las desventajas que implicaba ese paso.

Una de las ventajas en una pandilla es el poder que uno tiene siendo parte de la pandilla, porque no está solo y el acceso a armas es más fácil. Uno puede olvidar sus problemas con la simple razón de sentirse fuerte. Pero para entrar al grupo hay que mostrar la capacidad de resistencia. En el caso de las maras, existe el ritual de golpear el nuevo integrante unos segundos con las manos y los pies y este lo tiene que aguantar. Después tiene que mostrar su poder en una de las primeras acciones que, en la mayoría de los casos, es matar a una persona.

En cada pandilla hay muchas reglas que hay que seguir y riesgos con respecto a la policía. Muchas veces la policía agarra a los jóvenes por delitos como tomar drogas o robar, pero normalmente no por haber matado a alguien. Cada día hay muertos que son inocentes, pero también pandilleros que mueren en combates con otras pandillas. La exmara Alma cuenta que al estar un tiempo en la pandilla sabía que cada momento podría morir.

„Tarde o temprano nos iba a tocar el morir por nuestro barrio. Ese era nuestro lema. Si la muerte se aproxima, pues, bienvenida sea.“

Alma tenía que hacer todo lo que le decía el grupo. Tenía que robar, lastimar a personas, o matarlas. Con el resultado de que perdió su independencia, porque ya no podía salir de ese círculo vicioso.

„Ya no eres libre, ya no eres tú. Tú no te mandas, te mandan los otros.“

Con el tiempo, ya no se sentía libre y poco apreciada. De tantas violaciones que tenía que ver, tenía miedo de que un día el grupo lo iba a hacer con ella, y decidió salir de la pandilla. Pidió al grupo que la dejaran ir y para despedirla se tenía que poner en el centro y empezaron a golpearla.
Después de ese último acto pensaba que era libre y se fue. Pero yéndose escuchó unos disparos y se cayó al suelo. Por suerte sobrevivió el ataque, pero hoy día está en una silla de ruedas y se arrepiente de lo que hizo.
Siempre tiene que pensar en las personas que perdieron a familiares por culpa de la pandilla o gente que perdió toda su existencia por la falta de consideración de los pandilleros. Se siente culpable de muchas acciones en las cuales participó y dice que cada persona tiene que valorar lo que tiene y si no lo valora va a pagar por sus errores.

„Lo que se hace en esta vida, todo se paga. La vida cobra todo.“

Teniendo eso en cuenta, Alma llama a todos los jóvenes, valorar su vida y la vida de su prójimo y no entrar a una pandilla, porque eso trae mucho peligro y muchas desventajas para el futuro. Si, por ejemplo, un día uno se da cuenta de que podría hacer algo mejor en su vida y quiere salir de la pandilla, es poco probable que pueda vivir seguro y encontrar un trabajo.
Alma tuvo suerte y encontró una organización que la ayudó a encontrar un trabajo y que le dio fuerza para seguir su camino. Ahora estudia y quiere ir a la universidad después. Además buscó el contacto con su madre y trata de recuperar confianza después de tanto sufrimiento.

Para muchos exmaras no es fácil integrarse a la sociedad después de salir de la pandilla. No encuentran trabajo porque mucha gente tiene miedo de ellos, no traen referencias adecuadas o ni terminaron la escuela. También es muy difícil arriesgar la salida, por no saber qué puede pasar, pero en realidad nadie está seguro, ni en la pandilla, ni afuera, porque si van a seguir luchando contra otros grupos usando armas siempre va a ver muertos.

En mi opinión, es difícil evaluar tal situación porque no se puede imaginar las circunstancias en las que están muchos jóvenes y entender que en muchos casos la pandilla es el único refugio para ellos. Para cambiar ese movimiento que destruye familias y amistades hay que buscar la raíz de la frustración y violencia. Creo que la frustración tiene muchas causas. Por un lado, la pobreza que afecta a mucha gente en los países centroaméricanos; por otro lado, la estructura del gobierno y el sentimiento de no recibir suficiente ayuda. Si la policía no se atreve entrar en los barrios y deja salir a los pandilleros de la cárcel por ser corruptos, se pierde la confianza en las autoridades del Estado. El gobierno tiene que hacer algo en contra del agrupamiento de pandillas tan peligrosas e invertir en proyectos sociales, como prevención de la violencia, drogas y alcohol para jóvenes. Ayudar a las familias que no tienen suficiente dinero para pagar la formación escolar de sus hijos y tratar de estar en contacto con el pueblo. Eso implica más participación en decisiones que afectan al bienestar del pueblo y más transparencia.

Alma es un buen ejemplo para ver que se puede empezar una vida nueva después de haber cometido tantos errores, y da esperanza a los que tienen miedo de dejar su territorio conocido. No siempre es „Entrar o morir“, sino buscar ayuda y continuar con la vida que trae muchas oportunidades para cada uno.




Pandillas en Latinoamérica
Por Nicola Schütz

A pesar de la ley antimaras, el poder del estado salvadoreño no es suficiente para combatir a la Mara.
Las actividades violentas y criminales de pandillas representan unos de los problemas más graves de América Central en el siglo XXI. En los países San Salvador, Honduras y Guatemala las pandillas más grandes y agresivas, como la Mara Salvatrucha (MS 13) o la Mara 18, que actúan principalmente en las zonas urbanas y suburbanas, ya controlan barrios enteros y se combaten de manera brutal. Entre sus actividades criminales se encuentran la venta de drogas y armas, el tráfico humano, extorsiones, secuestros y asesinatos por encargo. La actividad de las pandillas ha convertido a San Salvador junto con Honduras en uno de los dos países más peligrosos del mundo. El poder de los gobiernos de poner coto a las Maras parece estar limitado.
En San Salvador, una ley contra la pertenencia a pandillas entró en en vigor el primero de septiembre de 2010. Esa ley, conocida como „ley antimaras”, penaliza a la gente con tatuajes o a gente que se comunica mediante códigos y que, en consecuencia, forma parte de grupos como las Maras. Aunque los métodos presentados por la ley parecen ser eficaces y la intención buena, hasta ahora no se puede notar una disminución notable de la violencia y de la criminalidad en San Salvador. Al contrario, la esfera de influencia de las Maras parece ampliarse con velocidad alta. El gobierno, que en 2010 todavía rechazaba hablar con los líderes de la Mara, ha cambiado su actitud frente a las pandillas y ahora está considerando negociar con ellas. Con más muertes violentas que en Afganistán, la situación en San Salvador es muy delicada y el presidente Mauricio Funes subrayó la importancia de encontrar una solución que desembocará en una disminución de violencia y criminalidad en el país.
Se plantea la pregunta por las razones de que aunque un gobierno de un estado dispone de fondos públicos pandillas como las Maras pudieron extenderse de tal manera en San Salvador y su sociedad. Una razón muy importante es el desempleo enorme juvenil. La mayoría de los jóvenes no tiene la posibilidad de hacer una formación profesional. Además, la pobreza de la gente desestabiliza al gobierno, que no logra gastar más dinero en el sector social para evitar que la gente se une a la Mara.
La Mara, por su parte, logra de atraer a los jóvenes. Puesto que en muchos casos las familias viven cuartos chiquitos, los jóvenes se escapan a la calle para distraerse y aquí van conociendo a los mareros. En una pandilla, los jóvenes pueden encontrar también una forma de cariño y atención que sus familias tal vez no les pudieron dar. Aunque las Maras son agrupaciones estrictamente jerárquicas, la idea de las “fraternidades” parece tener una influencia grande en los jóvenes.
 Hay que conceder a los mareros que cuidan a sus integrantes. Cuando un miembro de una pandilla se encuentra en la cárcel por haber cometido un crimen para la pandilla, los demás le llevan comida y otros productos de primera necesidad en la celda. Dado que el miembro no puede ganar dinero en este tiempo, los mareros miran también por la familia del recluso y aseguran su sustento. Este punto me parece un aspecto determinante para que los jóvenes todavía se sientan atraídos por las pandillas. La asistencia pública no logra llegar hasta la gente pobre en los barrios, al contrario las Maras, que disponen de una red amplia para comunicar y actuar.
En resumen, se puede decir que hasta que el gobierno salvadoreño no consigua amplificar la ayuda social y luchar contra el desempleo, las pandillas seguirán teniendo un poder grande en la sociedad y la situación en el país con relación a la criminalidad y la violencia permanecerá siendo muy delicada.

http://www.laprensa.com.ni/2010/09/20/internacionales/38345-salvador-estrena-ley-antimaras
http://lab.org.uk/interview-with-raul-mijango
http://www.mundoculturalhispano.com/spip.php?article3039



La tregua entre las Maras únicamente le ayudó a la pandilla a llegar a tener más poder y más influencia, pero no logró pacificar la situación en El Salvador.
Por Ina Marie Riep

Cuando la tregua entre las pandillas de la Mara[1] entró en vigor en el 2012, en el pueblo salvadoreño se vieron diferentes reacciones. Mientras para algunos la tregua fue un gran alivio y presentó el supuesto inicio de una etapa de paz, la gran mayoría de ciudadanos la contempló con mucho escepticismo, criticando que el gobierno negociaría con criminales.[2]

Hoy día, casi un año después, ya se puede hacer un balance critico indagando los cambios que se dieron en este tiempo, para llegar después a la conclusión si la tregua cumplió con su idea de pacificar el país de El Salvador o si falló su finalidad.



De una cosa no cabe duda, desde el inicio de la tregua se ha disminuido la taza de homicidios a un porcentaje sorpresivamente alto, a pesar de que los datos varían entre el 40 y 60 %, todos los medios de comunicación y los informes políticos coinciden en la reducción pronunciada de muertes violentas realizadas por la Mara.[3]

Los políticos del partido izquierdista FMLN, que fueron los iniciadores del proceso de pacificación, utilizan este balance de disminución de homicidios como un indicio seguro, para el éxito de la tregua y  por consiguiente también de su campaña política,[4] afirmando que el desarrollo y el deseado éxito de la tregua no dependen de ellos, sino exclusivamente de la Mara.[5]

No obstante no hay pruebas confiables que demuestren, que junto con la taza de homicidios también ha bajado el nivel de criminalidad. Por el contrario, algunos críticos sospechan que la Mara simplemente ha cambiado de método y ahora entierra los cadáveres. Esa teoría explicaría también el aumento del número de desaparecidos.[6] La violencia y criminalidad en los barrios sigue siendo extremadamente alta con respecto a las extorsiones, los robos y las violaciones.[7]

Pero ese no es el único indicio de que la tregua ha fallado en el intento de atrofiar y derrocar a la Mara y sus estructuras criminales para así lograr un entorno de paz; después de un año desde el inicio, se manifiesta que la tregua da resultados opuestos.[8]                                          Es decir que las pandillas aprovechan de la tregua con el gobierno para fortalecerse y estrechar lazos con otras organizaciones criminales, como los Zeta de México.[9] Debido a esos nuevos contactos la Mara logró adquirir armas de guerra más eficaces de las que usaba antes y en mayor cantidad.[10] Teniendo en cuenta esta situación, es importante plantear la pregunta, qué tan eficiente puede ser un proceso de pacificación en el que los protagonistas, una agrupación criminal, se provee de armas mientras el gobierno celebra su supuesto éxito.

Otro desarrollo alarmante es el aumento de miembros desde que se realizó aquel contrato entre Mara y gobierno. Este fenómeno se puede explicar por el pensamiento que tienen muchos de los jóvenes que hoy ingresan a las pandillas, ya que creen que la tregua ha mejorado la fama y el concepto de pertenecer a estas.[11] Este cambio de percepción hacía la Mara y su estructura, es un desarrollo que se puede ver no solo en los jóvenes sino también en el pueblo en general.[12]

Indudablemente aún hay muchas personas que califican a la Mara como una agrupación de delincuentes y reconocen el riesgo de pertenecer a ella, pero se debería reconocer que la Mara ha ganado mucho territorio. Anteriormente los barrios manejados por la Mara siempre estaban ubicados en las ciudades grandes, hoy en día la Mara cuenta con miembros, aspirantes y simpatizantes también en las áreas rurales y suele pasar que el alcalde de un pueblo trabaje con la pandilla local.[13]

Evidentemente estos cambios no se deben exclusivamente a la tregua, sino también al desarrollo de las pandillas mismas. Ha llegado el momento de aceptar que la Mara ya no está compuesta solo de jóvenes que han crecido en ambientes de pobreza y falta de oportunidades, quienes no tienen ninguna perspectiva y se han dedicado a negociar con drogas y a pelear con la camarilla rival,[14] sino también de personas bien educadas e inteligentes que están a la cabeza y liderazgo de las pandillas y quienes han visto las ventajas de una tregua y el poder e influencia que esta tiene en la política. Hoy en día se puede ver como reclutan nuevos miembros con discursos retóricamente brillantes, de lenguaje sofisticado y convincente.[15]

La lucha contra las pandillas y la política de “Mano Dura”[16] forma parte indispensable de la retórica y polémica de la política salvadoreña y el programa para negociar y acabar con la Mara es un factor importante para el éxito político; razón por la cual la tregua y su éxito es esencial para los políticos del FMLN, sobre todo porque el 2014 son las próximas elecciones políticas, circunstancia que puede declarar la posición opaca del gobierno en todo el tema de la tregua.[17]

No solo los políticos están conscientes de la influencia política de las pandillas, sino también los mismos mareros saben de su papel en este proceso. Eso pone en alerta muchos expertos que temen que puedan haber políticos que buscan el apoyo de la Mara en forma de votos, ya que para las pandillas no es difícil dar la orden de votar por un candidato determinado en los territorio que tienen bajo de su control.[18]

Con la tregua parece que las cabezas entendieron que para volverse en una instancia más poderosa y fuera de cualquier autoridad política es imprescindible unirse, así se está creando una alianza entre las camarillas oponentes. Ya que anteriormente la rivalidad entre ellas era lo que más les debilitaba, lo cual le permitía al gobierno tener cierto control sobre ellas y sus manejos.[19][20]



Con todo esto podemos concluir, que al parecer gracias a la tregua se ha reducido la taza de homicidios, pero queda la duda si en realidad simplemente los asesinatos ahora son el aumento de desapariciones, por otro lado las extorsiones y las violaciones continúan al mismo nivel de antes. Al final de cuentas la violencia sigue siendo la misma, sino que ha adoptado otra forma, es decir que la tregua ni ha podido resolver el problema de la inseguridad ni pacificar el país.

Del mismo modo no se cumplió con la meta de disminuir y derrocar a la Mara, sino al contrario, la tregua les brindó la oportunidad de estrechar más lazos y reorganizarse de manera más eficaz, ahora bajo el amparo de la misma política anti- pandilla.






[1] La pandilla que se originó en el año 1980 en los barrios latinos de Los Ángeles por los emigrantes y refugiados de la guerra civil en El Salvador se divide en dos camarillas oponentes, la Mara Salvatrucha (o Mara 13) y la Mara 18 que viven en una rivalidad constante peleando por el control territorial.
http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/3438/investigadora-texana-presenta-trabajo-sobre-mara-salvatrucha.
[2] La información acerca del negocio entre la Mara y el gobierno no solamente es muy escasa sino también contradictoria; lo único que se sabe con certeza es que la Mara le aseguró al gobierno reducir la matanza y la violencia recibiendo a cambio privilegios para prisioneros de alto cargo que fueron traslados de cárceles de alta seguridad a otras menos vigiladas. Los demás detalles están recatados y retenidos por una política muy opaca y confusa, por tanto no se sabe si con el contrato también se reglamenta el problema de las extorsiones y otros delitos solicitados por la Mara.
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/04/12/actualidad/1365775545_942933.html.de
[4] Entrevista con el Prof. Israel Figuera
[7] Según la entrevista con el Profesor Israel en barrios controlados por la Mara todos los negociantes tienen que pagar impuestos a la pandilla.
[9] A pesar de este nuevo fenómeno la Mara aún no pertenece a las grandes organizaciones criminales como los carteles del narcotráfico de México o Colombia. Más bien, la Mara y sus lideres tratan de entrar a esos nexos ramificados y poderosos, pero hasta ahora con poco éxito. Parece que los carteles lo consideran poco recomendable operar con la Mara, siendo una pandilla que casi desde su principio ha estado en rivalidad infatigable con la camarilla oponte.
[12] Entrevista.
[13] Entrevista.
[14] Como arriba citado no hablamos de narcotráfico de estilo internacional, sino en el narcomenudeo.

[15] Véase arriba
[16] La “Mano Dura” fue el programa político del partido derechista ARENA antes de la victoria electoral del partido izquierdista FMLN en el año 2003, cuyo fin fue solver el problema de las pandillas de manera muy radical y consecuente como meter preso a todos los que llevaban tatuados algún signo de la Mara sin poder denunciarles por haber cometido un crimen concreto. Hoy la percepción hacía esa política es muy variada, según una investigación de la jesuita Universidad Centroamericana (UCA) el plan de “Mano Dura” hizo fortalecer las pandillas y organizarse en liderazgos nacionales.
[20] Hoy en día pertenece medio millón de salvadoreños de directa e indirecta manera a la Mara, en total El Salvador tiene seis millones de habitantes.

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