Desde
1974 el desperdicio de alimentos ha aumentado un 50% a escala mundial, de modo
que hoy en día este tema debería ser aún más actual y de mayor importancia que
nunca. La FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations) calcula
que a lo largo de la cadena de suministro de alimentos se pierde
aproximadamente un 30% de los alimentos todavía comestibles: es decir,
alrededor de 1.300 millones de toneladas al año. Sólo con la cuarta parte de
esta cantidad sería posible alimentar a los 842 millones de personas en el
mundo que están obligadas a sufrir hambre.
En
contra de las expectativas corrientes, el problema del desperdicio de alimentos
se refiere tanto a los países de ingresos altos y medianos, como a los de
ingresos bajos. Pero mientras en los países subdesarrollados se pierden los alimentos
principalmente durante las primeras etapas de la cadena de suministro de
alimentos (lo que se refiere a la producción agrícola, el manejo poscosecha y
almacenamiento y el procesamiento), en los países occidentales se los pierde
durante el proceso de la distribución y se los desperdicia en gran medida en la
venta minorista y el consumo final. Según las estadísticas, se tiran 310.000
toneladas de alimentos desaprovechados al año en el comercio minorista y las
tiendas-discount; o sea, 25 kilos por puesto de venta al día.
¿Pero
por qué razones botamos tantos alimentos, incluso si todavía son adecuados para
el consumo humano?
Especialmente
en los países del “primer mundo” se tiran muchos alimentos cuando la producción
excede la demanda. Teniendo en cuenta el peligro de ataques, plagas o mal tiempo, los agricultores acaban produciendo cantidades
superiores a las necesarias, razón por la cual una gran parte de las cosechas
excedentarias termina siendo pienso para animales.
Asimismo,
los mercados en los países industrializados exigen altos “estándares estéticos”
(http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s00.htm, p. 12) para sus productos
frescos, lo que lleva como consecuencia un desperdicio de aquellos alimentos
que no pueden cumplir con las normas impuestas. Es decir, en caso de que los
productos no correspondan a los estándares de calidad sobre el peso, tamaño y
apariencia, ni llegan a estar en venta. Pero incluso las altas expectativas del
consumidor en cuanto a la variedad en los supermercados conlleva un alto
desperdicio de alimentos. Al exigir una amplia oferta de productos y marcas
disponibles, el consumidor obliga a la tienda a tener las
estanterías llenas a cada hora del día, lo que al final aumenta el riesgo de
que algunos de los alimentos caduquen antes de que se vendan. Esta actitud por
parte del consumidor, junto con el hecho de que “tirar es más barato que
utilizar o reutilizar” (http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s00.htm, p.
14), provocan un desperdicio en gran medida al final de la cadena de suministro
de alimentos.
Para
colofón, no hay que olvidar que uno de los motivos más importantes de este
desperdicio de alimentos es el simple hecho de que en los países de altos
ingresos la gente se puede permitir tirar comida. Así que el exceso de
alimentos ofrecidos en los supermercados también es un espejo de la actitud del
consumidor común, el cual exige con su alto poder adquisitivo una oferta
exagerada de productos y de esa manera favorece un desperdicio masivo de
alimentos desaprovechados en los países industrializados. Lo que hace falta es
un aumento de la sensibilización pública, por ejemplo por medio de iniciativas
políticas y la educación escolar: algo que llame la atención para cambiar la
actitud de las personas.
Lamentablemente, no son los gobiernos quienes mayormente intentan crear conciencia sobre
la importancia de reducir el despilfarro de alimentos, sino movimientos
ciudadanos que a un nivel local dan el primer paso en esta dirección. Numerosas
organizaciones ciudadanas tienen como meta evitar que comida aún aprovechable
termine en la basura, y denuncian a sus gobiernos por la falta de acción y
conciencia. En Colonia, Alemania, se ha formado la plataforma “Foodsharing”,
que funciona como una red donde se puede compartir alimentos entre
particulares, empresas y organizaciones benéficas. Si una persona quiere
deshacerse de un alimento que no va a consumir, puede informar a través de la
página web a toda la gente inscrita que vive cerca para recogerlo. Foodsharing
ya aumentó su radio de alcance a un nivel internacional y cuenta con miles de
seguidores.
A
causa de sufrir hambre o por motivos de conciencia, varias personas además se
dedican a reciclar alimentos de los contenedores de basura de los supermercados
o restaurantes de su ciudad, como se ha ilustrado en el párrafo inicial.
Algunos logran alimentarse casi exclusivamente de esta forma. Realmente, la
mayoría de la gente no se entera de la cantidad de comida apta que se puede
encontrar en el contenedor de basura de su supermercado local. En Zaragoza,
España, la asociación “Feeding Zgz”, en su lucha contra la pobreza, logró
alimentar a mil personas con tres toneladas de alimentos que habían recuperado
de la basura en una semana. Con estas cenas públicas consiguen captar la
atención de la población, al ilustrar en qué cantidades los comercios desperdician
alimentos perfectamente comestibles y crear conciencia contra el despilfarro.
Obviamente, estos movimientos ciudadanos no solamente operan con comida de los
contenedores, sino que colaboran con otras organizaciones benéficas y con los
productores que muchas veces se quedan con un gran porcentaje de su cosecha sin
vender; ya sea porque los alimentos no se ajustan a las normas de la UE o las expectativas
de los consumidores. No obstante, el desecho de los comercios minoristas y los
supermercados toma un gran papel en plan de alimentar a gente que no tiene
recursos para ello.
Obviamente,
hay que ser conscientes de que la reducción del desperdicio de alimentos en los
estados industrializados no disminuirá automáticamente el hambre mundial, ya que
se trata de un problema de repartición global, que no es susceptible de ser
resuelto únicamente con un manejo más consciente en la rutina diaria. Sin
embargo, a nivel local se podría conseguir mucho con la repartición de los
alimentos todavía comestibles a las personas necesitadas por organizaciones
sociales como “Feeding Zgz”.
Teniendo
en cuenta el beneficio posible del uso de alimentos despilfarrados, resulta
escandaloso que, pese a todo, los supermercados
“llevan [los alimentos] a los contenedores y los cierran con candados o
esperan que lleguen los camiones de la basura, en lugar de donarlos“, reclama
Sonia Méndez, de Feeding Zgz. (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/03/economia/1364992528.html)
La
industria alimentaria debería estar obligada por los gobiernos de la UE a
limitar sus desechos a ciertas cantidades. Aparte de eso, no existen leyes ni
instituciones oficiales que les simplifiquen poner los alimentos a disposición
de asociaciones benéficas, etc. Es más, en caso de donaciones, es necesario
calcular la consecuencias jurídicas que conlleva repartir alimentos que ya no son
comestibles. Por supuesto, existe la posibilidad de que también se encuentren productos contaminados
con gérmenes entre los productos donados, sobre todo por falta de refrigeración
antes de la repartición. Para la persona que recibe las donaciones es difícil
diferenciar las razones por las cuales se ha sacado el alimento correspondiente
de la venta, especialmente si se trata de un producto envasado. En caso de
daños a la salud causados por los alimentos repartidos son las empresas
minoristas quienes tienen que asumir la responsabilidad. Consiguientemente, los
comercios minoristas evitan donaciones porque las condiciones jurídicas no les
dan seguridad y no les eximen de responsabilidad legal.
Para
contrarrestar efectivamente al despilfarro de alimentos y apoyar la repartición
de alimentos desechados pero aún aptos a gente menesterosa, serán necesarias nuevas
leyes. A pesar de estar conscientes de la necesidad, ninguna cadena de
supermercados dará el primer paso de introducir un sistema de distribución de
alimentos ya no vendibles por el riesgo de enfrentar consecuencias jurídicas.
Es
necesario introducir una ley que posibilite la donación de alimentos ya sacados
de la venta, que establezca la recolección legal y distribución de éstos en vez
de que sean despilfarrados y que libere a los donantes de comida de la
responsabilidad legal. Una ley que contrarreste la abundancia de bienes y que ponga fin a la
inactividad de las autoridades ante el inmenso desecho de alimentos. De esta
manera los supermercados tendrían una base para inventar y desarrollar nuevas
medidas con el fin de evitar el desperdicio, y solamente los alimentos ya no
comestibles acabarían en la basura.
Fuentes
-
Documentos de la “Ringvorlesung 'Welternährung Klimawandel‘“
-
Película “Taste the waste“ (2011) (http://www.youtube.com/watch?v=avrQwSmD5nE)
-
http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s00.htm (17.12.2013, 15:31)
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