Blog de aula de la Universidad de Colonia

Blog de aula en la Universidad de Colonia

miércoles, 29 de enero de 2014

“Tu basura, mi alimento”

Salimos de casa cuando ya estaba anocheciendo. Con las mochilas al hombro agarramos nuestras bicis y nos fuimos. Al llegar ya estaban cerrados los comercios y parecía que los empleados ya se habían ido. Uno de nosotros, sin embargo, se quedó echando el ojo al estacionamiento en caso de que alguien se acercara, mientras los otros abrieron sin ruidos la reja, acercándose a los cubos de basura. Yo, ya preparado con la palanqueta en la mano. Menos mal: esta vez no pusieron candado a los cubos. Ligeramente empujé la tapa hacia arriba y entramos al basurero. Sacamos cantidades de comida en muy buena condición a la luz: carne, pan, frutas, lechuga y verduras. En parte, orgánicas de muy buena calidad. Algunas cosas ya tenían manchas o estaban podridas, otras estaban en un estado impecable. Queso, yogur, huevos, unas bolsas de papas y cebollas, una buena docena de conservas de atún y salmón. Incluso encontramos bombones costosos y postres riquísimos. ¡Qué cena de gala tendremos esta noche! “¿Cómo pueden tirar tanta comida buena? Muchas cosas se pueden comer todavía!” – preguntó escandalizada la joven mujer que, por primera vez, nos acompañó a la recolección urbana.


Desde 1974 el desperdicio de alimentos ha aumentado un 50% a escala mundial, de modo que hoy en día este tema debería ser aún más actual y de mayor importancia que nunca. La FAO (Food and Agriculture Organization of the United Nations) calcula que a lo largo de la cadena de suministro de alimentos se pierde aproximadamente un 30% de los alimentos todavía comestibles: es decir, alrededor de 1.300 millones de toneladas al año. Sólo con la cuarta parte de esta cantidad sería posible alimentar a los 842 millones de personas en el mundo que están obligadas a sufrir hambre.
En contra de las expectativas corrientes, el problema del desperdicio de alimentos se refiere tanto a los países de ingresos altos y medianos, como a los de ingresos bajos. Pero mientras en los países subdesarrollados se pierden los alimentos principalmente durante las primeras etapas de la cadena de suministro de alimentos (lo que se refiere a la producción agrícola, el manejo poscosecha y almacenamiento y el procesamiento), en los países occidentales se los pierde durante el proceso de la distribución y se los desperdicia en gran medida en la venta minorista y el consumo final. Según las estadísticas, se tiran 310.000 toneladas de alimentos desaprovechados al año en el comercio minorista y las tiendas-discount; o sea, 25 kilos por puesto de venta al día.
¿Pero por qué razones botamos tantos alimentos, incluso si todavía son adecuados para el consumo humano?
Especialmente en los países del “primer mundo” se tiran muchos alimentos cuando la producción excede la demanda. Teniendo en cuenta el peligro de ataques, plagas o mal tiempo, los agricultores acaban produciendo cantidades superiores a las necesarias, razón por la cual una gran parte de las cosechas excedentarias termina siendo pienso para animales.
Asimismo, los mercados en los países industrializados exigen altos “estándares estéticos” (http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s00.htm, p. 12) para sus productos frescos, lo que lleva como consecuencia un desperdicio de aquellos alimentos que no pueden cumplir con las normas impuestas. Es decir, en caso de que los productos no correspondan a los estándares de calidad sobre el peso, tamaño y apariencia, ni llegan a estar en venta. Pero incluso las altas expectativas del consumidor en cuanto a la variedad en los supermercados conlleva un alto desperdicio de alimentos. Al exigir una amplia oferta de productos y marcas disponibles, el consumidor obliga a la tienda a tener las estanterías llenas a cada hora del día, lo que al final aumenta el riesgo de que algunos de los alimentos caduquen antes de que se vendan. Esta actitud por parte del consumidor, junto con el hecho de que “tirar es más barato que utilizar o reutilizar” (http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s00.htm, p. 14), provocan un desperdicio en gran medida al final de la cadena de suministro de alimentos.


Para colofón, no hay que olvidar que uno de los motivos más importantes de este desperdicio de alimentos es el simple hecho de que en los países de altos ingresos la gente se puede permitir tirar comida. Así que el exceso de alimentos ofrecidos en los supermercados también es un espejo de la actitud del consumidor común, el cual exige con su alto poder adquisitivo una oferta exagerada de productos y de esa manera favorece un desperdicio masivo de alimentos desaprovechados en los países industrializados. Lo que hace falta es un aumento de la sensibilización pública, por ejemplo por medio de iniciativas políticas y la educación escolar: algo que llame la atención para cambiar la actitud de las personas.

Lamentablemente, no son los gobiernos quienes mayormente intentan crear conciencia sobre la importancia de reducir el despilfarro de alimentos, sino movimientos ciudadanos que a un nivel local dan el primer paso en esta dirección. Numerosas organizaciones ciudadanas tienen como meta evitar que comida aún aprovechable termine en la basura, y denuncian a sus gobiernos por la falta de acción y conciencia. En Colonia, Alemania, se ha formado la plataforma “Foodsharing”, que funciona como una red donde se puede compartir alimentos entre particulares, empresas y organizaciones benéficas. Si una persona quiere deshacerse de un alimento que no va a consumir, puede informar a través de la página web a toda la gente inscrita que vive cerca para recogerlo. Foodsharing ya aumentó su radio de alcance a un nivel internacional y cuenta con miles de seguidores.
  
A causa de sufrir hambre o por motivos de conciencia, varias personas además se dedican a reciclar alimentos de los contenedores de basura de los supermercados o restaurantes de su ciudad, como se ha ilustrado en el párrafo inicial. Algunos logran alimentarse casi exclusivamente de esta forma. Realmente, la mayoría de la gente no se entera de la cantidad de comida apta que se puede encontrar en el contenedor de basura de su supermercado local. En Zaragoza, España, la asociación “Feeding Zgz”, en su lucha contra la pobreza, logró alimentar a mil personas con tres toneladas de alimentos que habían recuperado de la basura en una semana. Con estas cenas públicas consiguen captar la atención de la población, al ilustrar en qué cantidades los comercios desperdician alimentos perfectamente comestibles y crear conciencia contra el despilfarro. Obviamente, estos movimientos ciudadanos no solamente operan con comida de los contenedores, sino que colaboran con otras organizaciones benéficas y con los productores que muchas veces se quedan con un gran porcentaje de su cosecha sin vender; ya sea porque los alimentos no se ajustan a las normas de la UE o las expectativas de los consumidores. No obstante, el desecho de los comercios minoristas y los supermercados toma un gran papel en plan de alimentar a gente que no tiene recursos para ello.
  
Obviamente, hay que ser conscientes de que la reducción del desperdicio de alimentos en los estados industrializados no disminuirá automáticamente el hambre mundial, ya que se trata de un problema de repartición global, que no es susceptible de ser resuelto únicamente con un manejo más consciente en la rutina diaria. Sin embargo, a nivel local se podría conseguir mucho con la repartición de los alimentos todavía comestibles a las personas necesitadas por organizaciones sociales como “Feeding Zgz”.
Teniendo en cuenta el beneficio posible del uso de alimentos despilfarrados, resulta escandaloso que, pese a todo, los supermercados  “llevan [los alimentos] a los contenedores y los cierran con candados o esperan que lleguen los camiones de la basura, en lugar de donarlos“, reclama Sonia Méndez, de Feeding Zgz. (http://www.elmundo.es/elmundo/2013/04/03/economia/1364992528.html) 
La industria alimentaria debería estar obligada por los gobiernos de la UE a limitar sus desechos a ciertas cantidades. Aparte de eso, no existen leyes ni instituciones oficiales que les simplifiquen poner los alimentos a disposición de asociaciones benéficas, etc. Es más, en caso de donaciones, es necesario calcular la consecuencias jurídicas que conlleva repartir alimentos que ya no son comestibles. Por supuesto, existe la posibilidad de que también se encuentren productos contaminados con gérmenes entre los productos donados, sobre todo por falta de refrigeración antes de la repartición. Para la persona que recibe las donaciones es difícil diferenciar las razones por las cuales se ha sacado el alimento correspondiente de la venta, especialmente si se trata de un producto envasado. En caso de daños a la salud causados por los alimentos repartidos son las empresas minoristas quienes tienen que asumir la responsabilidad. Consiguientemente, los comercios minoristas evitan donaciones porque las condiciones jurídicas no les dan seguridad y no les eximen de responsabilidad legal.

Para contrarrestar efectivamente al despilfarro de alimentos y apoyar la repartición de alimentos desechados pero aún aptos a gente menesterosa, serán necesarias nuevas leyes. A pesar de estar conscientes de la necesidad, ninguna cadena de supermercados dará el primer paso de introducir un sistema de distribución de alimentos ya no vendibles por el riesgo de enfrentar consecuencias jurídicas.
Es necesario introducir una ley que posibilite la donación de alimentos ya sacados de la venta, que establezca la recolección legal y distribución de éstos en vez de que sean despilfarrados y que libere a los donantes de comida de la responsabilidad legal. Una ley que contrarreste  la abundancia de bienes y que ponga fin a la inactividad de las autoridades ante el inmenso desecho de alimentos. De esta manera los supermercados tendrían una base para inventar y desarrollar nuevas medidas con el fin de evitar el desperdicio, y solamente los alimentos ya no comestibles acabarían en la basura.

Fuentes
- Documentos de la “Ringvorlesung 'Welternährung Klimawandel‘“
- Película “Taste the waste“ (2011) (http://www.youtube.com/watch?v=avrQwSmD5nE)
- http://www.fao.org/docrep/016/i2697s/i2697s00.htm (17.12.2013, 15:31)

No hay comentarios:

Publicar un comentario